miércoles, 18 de agosto de 2010

MALIBU


Almería es una tierra que cuenta con una larga tradición en materia de elaboración de universos de mentirijillas. Si a esto sumamos que su costa es desde hace años muy frecuentada por turistas extranjeros, parecería que tenemos todos los elementos que hacen a un lugar propicio para el desarrollo del Pop Polinesio. Curiosamente, sin embargo, es una de las pocas provincias españolas en las que hasta ahora no existía vida Tiki verificada.


Hace poco llegó a mis oídos una leyenda local según la cual existía en aquel lugar, desde tiempos inmemoriales, un local-cueva en el que señoritas ligeras de ropa servían combinados humeantes en medio de fauna y vegetación exótica. Esto es mucho más de lo que hace falta para hacerme sentir la urgencia irrefrenable visitar la zona. Para mi sorpresa, pude comprobar que en contra de lo que se pensaba, la fiebre Tiki Española de los 70 también afectó gravemente a tierras almerienses. Dejaremos a las señoritas y a los cocodrilos para mejor ocasión y nos ocuparemos de otra localización Tiki de la zona, un poco menos exuberante pero igualmente interesante.
Roquetas de Mar es una bonito pueblo de la costa de Almería, además de que ostenta el titulo indiscutible de capital mundial de las pajitas oversized y que ofrece una amplia oferta de hostelería faux tropical, entre la que se encuentra el bar Tiki Malibú.
Antes de que nadie arrugue el gesto, conviene aclararar que “Malibú”, a pesar de sus inevitables connotaciones de discotecas cutres y licores grasientos, es una denominación de Bar Polinesio tan española como inexplicable y en los anales del Tiki Ibérico puede constatarse la existencia de una larga saga de venerables Malibuses.
Malibú-Roquetas es un local clásico, pero al mismo tiempo no es un Tiki bar al uso.
Hace unos años Trader Vic’s anunció la creación de una forma alternativa a sus establecimientos tradicionales: Mai Tai Bar, que entré otros lugares se experimentó en España, que consistia en un pequeño local con una barra y un reducido número de mesas y una terraza descubierta, todo con un aire más informal de lo habitual en los establecimientos de la cadena.
Pues resulta que en realidad esta innovación del decano de la hostelería Tiki no es tal, y la formula de degustar combinados exóticos a la fresca, es algo que viene haciendose en Malibú-Roquetas, desde hace ya varias décadas y al contrario de de lo que sucedió con el experimento de Trader Vic’s, funciona estupendamente. Igual que sucedía en el Mai Tai bar, el Tiki aficionado más ortodoxo echará de menos la decoración de un bar Tiki más tradicional, pero del mismo modo, las reducidas dimensiones del local no dan para mucho y en Malibú el el ambiente exótico lo aportan pocas mascaras y tallas de inspiración africana, algo de bambú y el mobiliario de ratán tapizado con estampados atrevidos.
El tipo de cosas que puede hacer hace tambalear la fe del cansado peregrino del Tiki que ha recorrido muchos kilómetros para llegar hasta allí. Pero la verdad es que no es difícil olvidarse pronto de la falta de lustre en su decoración.
Por una parte, el local disfruta de un éxito considerable y para para el Tiki aficionado más sensible, el contemplar a más de cien personas sorbiendo con sus pajitas el contenido de más de cien hermosas vasijas Tiki, es un espectáculo ante el no puede evitarse el derramar unas lágrimas.
Mucho más emocionante que contemplar las colas en la puerta del Mauna Loa. Donde va a parar.Pero el auténtico punto fuerte del bar es su servicio. Sus camareros, diligentes y amables más allá del deber, nos obsequian con un plato de fruta fresca nada más tomar asiento y cada uno de sus combinados es servido con con elaboradas decoraciones y acompañados de efectos pirotécnicos. Además de forma regular los clientes son agasajados con diferentes tipos refrigerios. Nada que ver con el trato desganado o directamente grosero que suele ofrecer la mayoría del gremio.
Sobre su Menú, dada mi condición de visitante ocasional no considero que pueda hacer una valoración justa del misma.Solo probé su Kahala, que por supuesto elegí por el poco cientifico criterio de que me gustaba su nombre y el vaso en el que se servía. Lo que si puedo afirmar con seguridad es que combinar Licor 43, Kirsch y Crema de Banana en un solo coctel, no es buena idea. Aún así, la verdad es que puede terminarlo sin grandes dificultades, aunque acabó con mis ganas de continuar explorando su carta.