En el universo de las cosas Tiki, lo inusitado es la regla.
Todos los que estamos más o menos familiarizados con él, podemos dar fe de ello. Pero algunas veces las cosas van más allá, entrando en el terreno de lo imposible y es imposible no quedarse boquiabierto ante ciertos hechos de la historia de nuestro Tiki.
Los historiadores nos dice que a mitad de los años 30 y comienzo de los 40 en los Estados Unidos, Don the Beachcomber y otros Padres Fundadores comenzaban a construir los cimientos de lo que sería en años venideros el estilo Tiki.
Todos los que estamos más o menos familiarizados con él, podemos dar fe de ello. Pero algunas veces las cosas van más allá, entrando en el terreno de lo imposible y es imposible no quedarse boquiabierto ante ciertos hechos de la historia de nuestro Tiki.
Los historiadores nos dice que a mitad de los años 30 y comienzo de los 40 en los Estados Unidos, Don the Beachcomber y otros Padres Fundadores comenzaban a construir los cimientos de lo que sería en años venideros el estilo Tiki.

El pionero en esto de escribir de las cosasTiki en nuestro país fue nada menos que Julio Camba, reportero y bon vivant.

Durante el tiempo en que fue corresponsal en Nueva York visitó uno los primeros locales dedicados al falso Hawaii.
Esta es su crónica, que tono jacarondoso a parte, capta asombrosamente bien la esencia "no embotellable" de un Tiki bar. Lo que nos hace buscar esos lugares.
EN EL BAR ALOHA. EL OKELEHAU PUNCH
¿Han probado ustedes alguna vez el Olkolehau Punch”. Se sirve en una cascara de coco, y a más del jugo del jugo del coco, lleva jugo de piña, jugo de limón, cointreau, whisky, ginebra y unas gotas inidentificables, que son el arma secreta del bar “Aloha”. ¿Laudano? ¿Cloroformo? ¿Acido prúsico?.
En las Islas Hawaii, los tóxicos suelen ser mucho más sutiles, y el bar “Aloha” de Nueva York es un bar típicamente Hawaiano, con sus palmeras, sus cocoteros, su playa artificial, donde un deslumbrante sol de cuarzo tuesta la piel de los bañistas, su música de ukalilis y serruchos y sus bailarinas de hula, entre las que destaca muy especialmente Kanihomanoleokeohokaole, osea, “la joven de los dientes de nácar, ninguno de los cuales se separará jamás de su alveolo”, nombre que es su forma hawaiana, resultará tal vez demasiado largo, pero el que dado lo que significa y expresa,debiera ser considerado como una abreviatura.
El bar Aloha tiene además una maquinaria especial para producir tormentas tropicales, y de vez en cuando, bajo la acción de aquella maquinaria, comienza a soplar en todo el recinto un viento huracanado que dobla las palmeras y hace caer los cocos sobre las cabezas de los clientes.
El mar de la piscina se enfurece y encrespa, anúblase el sol de cuarzo, y si no las cataratas del cielo, por lo menos se abren las del techo, inundandolo todo con una lluvia torrencial. Hay truenos y relámpagos, y los clientes, calados hasta los huesos, creen de buena fe que se están corriendo la gran juerga, lo que dado el subjetivismo de todo nuestros conceptos, quiza baste para que, en efecto, se la corran.

Luego, y como la calma sigue siempre a la tempestad, el cielose serena de pronto. Un magnifico arco iris despliega sus colores al fondo de la sala y todo el mundo se apresura a pedir el Okolehau Punch para entrar en reacción y evitar la congestión pulmonar.
Esto es lo que pasa, o pasaba hasta hace poco en el bar Aloha, y, sabiéndolo considero sumamente dificil que haya quien se conforme con Okolehau Punch de botella, porque, en rigor se podrá embotellar el ponche, pero para que este conservara toda su eficacia, sería precisos embotellar con el cosas tan poco embotellables como las tempestades y los arco iris, el llanto de los ukalilis, los sollozos de los serruchos, los truenos, los relámpagos y, en fin, todo el coro de bailarinas de hula, sin olvidar, claro está a “la joven de los dientes de los dientes de nacar, ninguno de los cuales se saldrá jamas de su alveolo”
Privar de estos elementos al Okolehau Punch sería como privarlo de sus gotas secretas, y por eso, aunque una gran fabrica americana de licores acabe de patentar el famoso título, no creo que haga nunca negocio con él.
Julio Camba.
Para acentuar un poco más el olor a bolitas de alcanfor de la entrada, añado este bonito clásico del Hapa Haole Ibérico de posguerra.