Hoy debo redactar una nueva nota necrológica.
Muñeca China ha cerrado definitivamente.
Me dirigí allí a degustar su excelente (y económico) menú oriental como en ocasiones anteriores, pero esta vez solo pude tomarme una cerveza con uno de los albañiles rusos que lo están desmantelando.
Era el tercer local y último superviviente de la Santísima Trinidad de los bares hawaianos madrileños originarios, por lo que con su desaparición se cierra la historia de los tiki pioneros españoles que comenzó a mitad de los años sesenta.
Es cierto que se trata de una perdida más simbólica que real. Sus días de gloria Tiki habían pasado hace ya mucho y su bar hawaiano llevaba un par de decadas cerrado, pero aún así Muñeca China conservaba aún algo de su encanto exótico y todavía formaba parte de mis particulares rituales Tiki, por lo que no puedo evitar cierto sentimiento de perdida.
Era una tradición consolidada acudir periódicamente a degustar su cocina (fetichismos a parte, era realmente un buen restaurante)e intentar introducirme cada vez un poco más en la misteriosa planta baja, que en otro tiempo albergó el bar.
Pero sobre todo disfrutar de lo que quedaba de su esplendoroso pasado como templo Tiki, unos pocos vasos-reliquia y especialmente lo que las camareras denominaban "pajaritos eléctricos", un envolvente sistema de audio con sonido de aves exóticas, que era puesto en marcha a petición de los clientes que conocian el secreto.
En fin, no somos nada.
4 comentarios:
A mí estas cosas me acojonan un poco. Se cierran los locales pero no se abren nuevos. No mola nada.
Está misma tarde he vuelto a pasar por allí y los obreros me han dicho lo mismo otra vez. Los antiguos dueños lo habían dejado todo como estaba y ellos (los obreros) se dedicaron a tirarlo todo a la calle. Me temo que esos vasos antiguos han pasado a la historia (o a la casa de quien pasara por allí en el momento). Sniff, sniff...
Una pena que lo poco que hubiera no haya acabado sus días con dignidad y en un lugar donde fuera apreciado.
Pero al fin y al cabo es la indiferencia/desprecio mayoritario hacia estas cosas lo que nos lleva a tener esos comportamientos tan impropios de adultos sensatos con los que también nos lo pasamos. Charlar sobre tiki con inmigrantes del Este, revolver montañas de basura o compartir cartón de vino con los borrachos locales...
¡Remangate Eduardo y vamonos de contenedores esta tarde!
One man's trash is another man's treasure
(más literal que la insípida versión española, Lo que uno no quiere a otro le viene bien).
¿Es eso una cita, Señor Castaway?
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