No es mi intención quitar importancia a las resurrecciones, que hay que reconocer que es cosa que tiene su mérito, pero lo que hace realmente importante el día de hoy, es que se conmemora el aniversario del primer contacto europeo con la isla que ha proporcionado uno de los iconos favoritos del Pop Polinesio.
Para los más picajosos, aclarar que no fue exactamente un día como hoy, como todo el que haya hecho la primera comunión sabe, pero a efectos prácticos puede valer.
El domingo de Pascua de 1722, Jacob Reggeveen, notario holandés metido a explorador de territorios desconocidos a la venerable edad de 62 años, llegaba a las costas de la isla de Pascua. Pasaba por allí mientras cruzaba el Océano Pacífico de Este a Oeste en busca de
Y es que el pobre Roggeveen casi no dio ni una.
En lo que respecta su estancia en
Bajó a tierra solo en una ocasión en la que inauguró la tradición de matar unos cuantos pascuenses en cada visita.
A pesar de que registró que la población de la isla estaba de distintos tipos raciales, increíblemente tatuados, orejas largas y que adoraban extrañas esculturas de tamaño gigantesco, esto no debió parecerle demasiado llamativo y partió de la isla poco después para seguir viaje pasando también ignorando otros nuevos territorios como Bora Bora y otros que posteriormente serán considerados entre los más fascinantes del planeta e identificando incorrectamente una larga de serie de islas.
Puede que su entendimiento fuera nublado por algún artefacto de los alienígenas, que según ciertas teorías, rondaban por la zona. Tal vez era solo torpe o poco curioso.
En cualquier caso, con Reggeveen comienza el largo proceso histórico que culminará con nosotros bebiendo combinados en vasijas con forma de moai.
Celebremos pues.
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