Era útil, resultaba asequible (con lo que no había establecimiento o empresa, por muy arrastrada que fuera, que no obsequiase a sus clientes con su propia carterita personalizada) y sobre todo gracias a la labor de sus casi siempre anónimos diseñadores, eran objetos realmente atractivos y por tanto conservables/coleccionables. Bueno, eso si obviamos que son realmente apestosas y altamente inflamables.
En resumen, una de las raras plasmaciones reales de aquello tan manido de “bueno, bonito y barato”.
Pero perdida su utilidad, queda su belleza y para los que gustan de las iconografías rancias y las letritas dibujadas son objeto de adoración y reverencia. Y es que las limitaciones de espacio e impresión que impone el formato, en lugar de jugar en contra, dieron lugar a auténticos hitos del diseño.
No son menos veneradas por aquellos interesados en cualquier rama de Arqueología Pop. En su época dorada miles de personas sucumbieron los encantos de las carteritas de cerillas y reunieron colecciones más o menos extensas, cuyo destino era casi siempre acabar olvidadas en cajas de zapatos bajo una cama o en lo alto de un armario, para resurgir años después, como una auténtica cápsula del tiempo tras la muerte o un arrebato de limpieza del coleccionista.
Así, para cualquiera interesado en el apasionante mundo de las Barras Americanas, Discotheques, Boites o los Bares Polinesios de otros tiempos, resultan inapreciables.
No son menos veneradas por aquellos interesados en cualquier rama de Arqueología Pop. En su época dorada miles de personas sucumbieron los encantos de las carteritas de cerillas y reunieron colecciones más o menos extensas, cuyo destino era casi siempre acabar olvidadas en cajas de zapatos bajo una cama o en lo alto de un armario, para resurgir años después, como una auténtica cápsula del tiempo tras la muerte o un arrebato de limpieza del coleccionista.
Así, para cualquiera interesado en el apasionante mundo de las Barras Americanas, Discotheques, Boites o los Bares Polinesios de otros tiempos, resultan inapreciables.
Creo que el gusto por estas cosas es algo compartido por los que pasan por aquí de forma consciente, pero aquellos menos aficionados a acumular ácaros y que sin embargo no quieran dejar de dar gusto al ojo, pueden recurrir a STRIKING IMAGES, libro con dos paginas de texto y 270 dedicadas exclusivamente a recoger imagenes del perdido arte de los libritos de cerillas.
Debo advertir que el libro no está especialmente orientado al Pop Polinesio, pero aunque solo puede verse un Tiki entre sus paginas (y no especialmente memorable), sí cuenta con una extensa sección dedicada a Girly Graphics, con más imágenes de exuberantes wahines de las que el aficionado más exigente puede necesitar, así que no creo que nadie resulte defraudado.Pero por si fueran necesarios otros alicientes, hay que decir que el libro puede conseguirse por menos de 6 € en las tiendas esa omnipresente cadena de establecimientos inexplicablemente celebre por sus tortitas con nata.
4 comentarios:
El papel carbón ¡cielo santo! Como nos pongamos a rescatar objetos desaparecidos en ese limbo, la cosa va a ser de no parar. Por algún lado debo tener un lote de cajas de cerillas que me dio por coleccionar hace mucho, a ver si encuentro algo interesante. Y a ver si me paso por un establecimiento conocido también por las pechugas villaroy y encuentro un ejemplar del libro.
He creado mi primer blog hace poco, y me he inspirado en vuestra veneración por el pop polinesio, así que me honraría mucho que hicieses una visita. Un abrazo!
http://deaquialaeternidad-jose.blogspot.com/
Vaya, así que en su día sucumbiste a la seducción del fosforo del fosforo...
Mantente alejado o preveo una recaida.
No sabia que las pechugas villaroy.
eran un clásico del lugar.
De todas formas, yo soy más de flamenquines.
Oye, pues otra cosa no, pero, mi tierra, es la tierra del flamenquín......
Por cierto, mi suegro en su juventud se dedicaba a representar a una empresa de artículos de publicidad... y por lo que me contó su fuerte eran las cerillas, en todos los bares de la provincia... pero no me ha dicho nada de bares de estilo "hawaiano".
Las cerillas siempre han funcionado bien como artículo publicitario del establecimiento... si no, mi suegro siempre se ríe cuando lo cuenta, pero, si le dabas una cajita de cerillas a alguien en el bar, el típico que tenías sentado al lado, no se cortaba un pelo en pedirle una para él....
En fin, que cosas....
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