miércoles, 22 de febrero de 2012

El Chino


El exotismo del lejano oriente probablemente sea el más devaluado en estos tiempos.
Del mismo modo que todvía hoy Polinesia y el Pacifico conservan aun para nosotros buena parte de su antigua magia y fascinación, el exotismo oriental no ha resistido la vulgarizacion de la producción en masa y ya nadie piensa en “ir al chino” como en una excitante experiencia de de evasión exótica.
Pero no siempre fue así.


Históricamente el lejano oriente generó tanta literatura como la misma Polinesia e ilustres exoticologos del pasado, como Covarrubias y Stevenson cayeron fascinados por la mágia exótica del lejano Oriente.
Por ello no es extraño que del mismo modo en que la hostelería creo un una versión Pop de los mares del sur, elaborase todo un estilo inspirado en las formas de oriente.




Como sucediera con el Tiki, esta tendencia arraigó en nuestro país y dio origen un característico Estilo Falso Chino Peninsular que poco tuvo que ver con la formas o cronologías del resto del mundo.
En Estados Unidos la restauración oriental es anterior al Tiki y siempre conservó cierto componente de autenticidad, pero fue barrido por la onda expansiva de la explosión del Pop Polinesio y en la mayoría de las ocasiones debió tikificarse para sobrevivir.
Sin embargo en nuestro país a comienzos de los años 60, el lejano oriente presentaba para el español medio tanta o más fascinación como los mares de sur, y ello permitió el nacimiento de un nuevo genero de hostelería Pop que tomó elementos del Tiki pero que siguió caminos separados aunque paralelos.
 Frente a Bar Polinesio surgió la Boite China.
 Ambos lugares ofrecían a sus clientela la posibilidad de degustar elaborados cócteles, entre una exuberante decoración sofisticada y cargada de misterio, compitiendo abiertamente para captar a los aficionados al alterne exótico.


Incluso en los lugares, donde rizando el rizo, se ofrecia ambos tipos de evasión exótica, los dos ambientes quedaban claramente delimitados.
Si Tiki español logro sobrevivir mal que bien al cambio de siglo, el estilo Chino Peninsular se extinguió totalmente. No resistió la llegada de la hostelería china real que lo absorbió para terminar  convirtiéndose en  eso que hoy todos conocemos.



Hoy solo quedan restos abandonados de los días de loco esplendor oriental y unos pocos templos de la Hostelería Falso Oriental Ibérica supervivientes, en los que en el mejor de los casos podremos disfrutar de una cocina moderadamente mala pero nada de la fascinación exótica de antaño.