jueves, 30 de junio de 2011

ROBERTO ALCAZAR Y PEDRIN

Roberto Alcázar y Pedrín ha sido durante mucho tiempo uno  de comics españoles más denostados. Las connotaciones franquistas del apellido del protagonista,  los rumores de que José Antonio Primo de Rivera le prestó su imagen y una fácil interpretación descontextualizada han, provocado haya sido clasificado como poco más que como encarnación de los valores fascistas e  instrumento de adoctrinamiento del régimen  de Franco . Por esta razón, pocos se atreven a  atribuirle a este clásico de nuestro comic ningún mérito más allá de sus valores nostálgicos.


 Hay que reconocer en sus más de 30 años de historia, nunca  llegó a ser  precisamente sofisticado en el aspecto gráfico y desde este punto de vista Roberto Alcázar y Pedrín no han envejecido nada bien. Pero todo lo que pueda tener de rancio o acartonado visualmente queda sobradamente compensado por sus contenidos, pura literatura de evasión extrema, en la que la única ideología que puede encontrarse es la ideología del folletín más descerebrado, que  en muchas ocasiones  pone  en cuestión buena parte de los Principios del Movimiento Nacional y podría incluso considerarse subversiva para aquella época.



Así, en sus paginas encontramos elementos clásicos de la buena literatura de evasión despendolada como bustos parlantes, gorilas humanos  arpias del espacio y por supuesto aventuras en los mares del sur.


Para asombro y disfrute del aficionado a las cosas del Tiki, en las peripecias polinésicas de Roberto Alcázar y Pedrín,  no  encontraremos la previsible  imagen lírica e idealizada  de las islas tan común en la literatura de tema Polinesio o el uso de los mares del sur como un simple decorado exótico perfectamente intercambiable de la literatura de aventuras.

En las paginas de Roberto Alcázar y Pedrín nos encontraremos con esa imagen de superficial, juguetona y políticamente incorrecta del sur del Pacifico tan  propia del Pop Polinesio.  Tikis y toda clase de divinidades paganas, erupciones volcánicas, cazadores de cabezas, wahines ligeritas de ropa e incluso misteriosas bebidas humeantes pululan por las paginas de estas historias. 


Con lo que ¿quien podría decir que además de proporcionar buenas dosis de imprescindible evasión extravagante a la sufrida España franquista, no introdujeran también el subconsciente colectivo, no proclamas fascistas como creen algunos, sino esa visión de la Polinesia Ibérica que acabaría originando la sin par explosión  del Pop Polinesio  en nuestro país unos cuantos años después?

lunes, 20 de junio de 2011

MALIBU NERJA



 De un tiempo a esta parte, parece que estemos  viviendo un resurgimiento de la hostelería Tiki. Entre los nuevos proyectos, modestos pero dignos, de los últimos tiempos está el bar Malibu en Nerja. Un loca, que a pesar de estar localizado en un muncipio con un ayuntamiento con una política abiertamente hostil para con las manifestaciones de Pop Polinesio, ha logrado salir adelante.


Como suele ser lo habitual en estos casos, el proyecto es resultado de la fascinación de sus propietarios por la tradición Tiki Ibérica, de la que intentan recoger la llama. 
La decoración del local es modesta, exigencia de estos tiempos duros que vivimos, y no encontraremos las exuberantes cerámicas de otros tiempos.  Pero recicla con éxito para la causa del falso exotismo antiguas estructuras de falso bambú que ya existían en la anteriores encarnaciones del bar y  con la ayuda de una  iluminación excepcionalmente cuidada, un amplio surtido de tradicionales vasijas Tiki nacionales y buena mano en sus combinados, cumple sobradamente todos las exigencias del  más quisquilloso aficionado a las cosas del Tiki.
Además de esta zona de bar acogedora y en penumbra en la mejor tradición del Pop Polinesio clásico, Malibu cuenta con una terracita donde disfrutar a la fresca de tu Zombie o Mai Tai.  Aunque se trate de algo contrario  a la ortodoxia del Tiki, degustar un   volcan doble humeante  en la via pública es una experiencia que todo buen exhibicionista debería experimentar al menos una vez en la vida y que no puedo dejar de recomendar.

Y hasta aquí lo bueno. Con mi habitual falta de diligencia, escribo  esto ahora aunque el local abrió sus puertas hace más de dos años, cuando me llegan noticias de que es muy probable que se vea obligado a echar el cierre antes del final de esta temporada. Así que esta crónica  es también a un llamamiento a que visiten el local y beban allí en abundancia.  El futuro de un buen Bar Tiki puede depender de ello.

martes, 14 de junio de 2011

DE ESTRENO

El que esté leyendo esto ya se habrá dado cuenta de que las cosas han cambiado mucho por aquí.
Hace algún tiempo Edu C se ofreció amablemente a renovar el aspecto del blog, y esa era una oferta que un zote absoluto en estas cuestiones como yo no podía rechazar de ningún modo.

Esta mañana me encontrado de forma imprevista con los resultados y la verdad es que me siento como ante una aparición mariana. No me atrevo a mirarla directamente, pero no puedo evitar el anunciar la buena buena.
Ustedes dirán.

miércoles, 8 de junio de 2011

PLÁSTICO EXÓTICO

En la segunda mitad de los 70 la fiebre del Tiki que afectó a la península ibérica alcanzó su cota más alta. Practicamente no existía ciudad que no contara con por lo menos menos un par de Bares Polinesios e “ir al Hawaiano” era un rito practicado a diario por un gran número de españoles.
Pero en esa misma época se produjo una singular variante de este fervor nacional por el exotismo falso, que afectó nada menos que a la población infantil.


En 1978 los niños españoles llevaban varios meses exponiéndose a raciones semanales de Mazinger Z y eso un país de un único canal televisivo (la “UHF” no cuenta) y con una población infantil hasta entonces virgen en lo referente a la animación japonesa (“Heidi” no cuenta) supuso un fenómeno sociológico tal vez difícil de entender ahora, pero que marcó el desarrollo de una generación de infantes españoles.


La serie fue abruptamente retirada de la programación y sustituida sin previo aviso por Orzowei, serie italiana de imagen real y con coartada literaria, que narra las andanzas africanas de un desventurado huerfano blanco. Casi la antítesis de la serie japonesa, con la solo tenía en común unas importantes dosis de sadismo.

Este brusco paso de la Aleación Zeta y la Energía Fotoatómica los estampados de piel de leopardo y el bambú no provocó revueltas pidiendo la vuelta de los brutos mecanicos, como uno hubiera esperado.
Todo lo contrario.
Los robots japoneses fueron rápidamente olvidados y en solo unas semanas Orzowei ya contaba con su propio pastelito, la autentica medida del éxito infantil en la época, y la infancia española, influida por la estética del nuevo serial se lanzó a un fervoroso culto de lo primitivo.
Para satisfacer esta demanda proliferararon las colecciones de cromos que ofrecían una versión pop sobre culturas exóticas y el arte primitivo y toda clase de juguetes inspirados en ellas que convirtieron a kioskos y tiendas de chuches en los nuevos templos de este culto.


Sería un error menospreciar los logros estéticos de este Paganismo de Bazar.
Es cierto que en la mayoría de los casos se trataba de objetos baratos dirigidos simplemente a satisfacer  instintos naturales de los pequeños salvajes como disfrazarse de canibal o golpearse con objetos contundentes o afilados, pero en algunas ocasiones alcanzaron un nivel de sofisticación equiparable al que existió en el universo Tiki  adulto, provocando situaciones como la de que un niño jugara en un parque con la reproducción en plástico de un objeto de arte oceánico que también podía encontrarse plasmada en porcelana para recreo de sus padres un Bar Polinesio.


Como sucedió con la versión adulta del culto al Pop Polinesio, esta Edad de Oro del Plástico Exótico se desvaneció y su recuerdo ha sido borrado incluso de la nostalgia oficial.
Pero de la misma manera, atrás quedaron los deshechos de esta versión Tiki infantil, para ser rescatada del olvido por arqueologos de mercadillo y aficionados a las cosas del Tiki.