jueves, 9 de octubre de 2008

LICORERIA SAN MIGUEL

Varias veces ya hemos hablado de los problemas de abastecimiento de un buen bar doméstico. Para facilitar las cosas, creo que resultaría de utilidad elaborar una lista de los mejores lugares de aprovisionamiento.
Mr. Iván en su día ya aportó su granito de arena a tan candente cuestión.

Aquí va el mío.


A pesar de ser residente en Madrid, mi tienda de licores favorita se encuentra en la legendaria calle San Miguel de Torremolinos. Entre la perfumería San Miguel y la hamburguesería San Miguel, se ubica la LICORERIA SAN MIGUEL. Si su denominación no supone gran alarde de imaginación, si hay que reconocer que la combinación de santoral y productos alcohólicos tiene su punto.
Soy consciente de que empiezo a resultar sospechoso de estar subvencionado por la Consejería de Turismo de la Junta de Andalucía, pero certifico que no es así. Lo que ocurre es que, a pesar de lo que pueda que pueda parecer, esta no es una cuestión directamente vinculada al tamaño o nº de habitantes de nuestra ciudad de residencia. Después de estudiar profundamente la materia, he llegado a la conclusión de que el factor que que convierte determinada zona en un paraíso dipsómano es el índice de turistas británicos por metro cuadrado.

No es broma.
La mayoría de nuestros visitantes isleños no se caracteriza por su gusto sofisticado o por el grueso de su cartera. Su idea de unas buenas vacaciones es básicamente pasar unos días en algún lugar en el que poder mamarse en camiseta y sandalias.
Por eso España es uno de sus destinos predilectos. La providencia nos ha dotado con un clima benigno y Chinchón, Jerez y Barcelona proporcionan enormes cantidades de potentes destilados a precio de saldo. Esto ha hecho que las zonas elegidas por los ciudadanos británicos para pasar sus vacaciones zonas cuenten con una oferta asombrosa de toda clase de licores. Lo que más abunda es la tienda modelo duty free shop. Enormes y asépticos locales que muestran larguísimas estanterías con lo peorcito de los destilados ibéricos en enormes botellas de plastico (a parte de beber como cerdas durante su estancia en nuestras tierras, los borrachos más emprendedores aprovechan para llenar sus maletas de de botellas y cartones de cigarrillos que revenderán una vez en casa, de aquí los tamaños familiares en envase de plástico). Rebuscando entre en ellas, el borrachuzo avisado puede encontrarse con más de una grata sorpresas. Pero dejemos esto para los turistas.
El autentico “connoisseur”, necesita algo más que una simple compra de licores aunque sean de indudable calidad y aquí es donde juega su papel la licoreria San Miguel. Este local es un una autentica delicia.
Tanto un buscador de rarezas etílicas como un inspector de sanidad, pueden pasar horas y horas de diversión entre sus estanterías.
Estas se encuentran abarrotadas de toda clase de licores, la mayoría de las cuales parecen piezas únicas. Botellas de ignotas marcas de absenta cuyas etiquetas ponen la carne de gallina, licores de legendarias destilerías Ibericas desaparecidas hace décadas, destilados elaborados con cualquier producto imaginable con el aspecto de haber sobrevido a varias catástrofes naturales y un amplio surtido de marcas clásicas con precinto de 4 pesetas y productos caducados.
Entre todo esto, un surtido de rones jamaicanos y cubanos nada habituales y una amplia selección de licores en formato de 350 mil., que es muy de agradecer para según que productos.
A pesar de la poco halagüeña perspectiva de hacer los 500 kilometros de vuelta a casa cargado de botellas, en mi última visita no pude evitar hacerme con una botella de Pisco que parecía recien desenterrada de unas ruinas incas, un licor de vainilla Marie Brizard “vintage”, un ron de Trinidad de aspecto interesante y un par de petaquitas, para poder llevar a cabo ese par de recetas pendientes y aún así, me despedí con lagrimas en los ojos de media docena más de botellas.
Aunque pensandolo bien, si llevan allí 40 años, no parece probable que vayan a cambiar de sitio en próximos meses.

1 comentario:

Paco dijo...

Pues está visto que cuando vuelva por la zona, tendré que ir de excursión a Torremolinos. Es cierto que, por toda la costa, abundan las licorerías, y algunas bastante bien surtidas. Supongo que es como dices, para surtir bien a los guiris que vienen de vacaciones, y bueno, ahora, a sus hijos y nietos cuando hacen "botellón" en la playa