A poco que ese este familiarizado con el mundo tiki americano, será conocida su obsesión por el Enchanted Tiki Room de Disneyland.
No es extraño. Para mucha gente fue su primer contacto con lo tiki, y junto a las cenas familiares en restaurantes clásicos, jugó un papel fundamental en el despertar de muchas “vocaciones” para la causa.
Pero ¿y en España?
¿Cual es el catalizador que convierte a un niño sano y normal en un futuro coleccionista de tiki mugs y muebles de bambú?.
California nos queda un poco retirada y de que nuestros papás nos llevaran a cenar a un Trader Vics, ni hablamos.
Creo haber encontrado la respuesta a esta cuestión nada menos que en el Parque de Atracciones de Madrid.
Esta amenaza mora agazapada tras lo que exteriormente se presenta como una de atracción, solo apta para jubilados y lactantes, denominada FANTASIA. Pero los que se atrevan a cruzar su poco atractivo umbral serán conducidos durante unos minutos a un paraíso de tikis, wahines y hula.
Bueno, para evitar reclamaciones, debo confesar que en realidad, los tikis son una basura, las wahines parecen un experimento genético (fracasado) para obtener un cruce entre Barriguitas y Muñeca Repollo, y sería más propio hablar de convulsiones que de hula, pero a pesar de todo confieso que disfruto con ello una barbaridad y lo visito periódicamente.
Imagino si hay alguien que haya tenido el valor de llegar hasta aquí, le ocurrirá lo mismo.
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